Lo conocí hace ya más de 25 años, cuando estudiaba la carrera de Publicidad y RR.PP. y daba mis primeros pasos profesionales como Copy en una Agencia de Publicidad de Valencia.
Lo conocí y quedé atrapado en sus redes. Me enamoré al instante, porque era todo lo que un publicista podía necesitar para triunfar en su profesión: el briefing. Ese documento entre misterioso y místico que contiene toda la información destacada sobre un cliente y que se torna imprescindible para desarrollar estrategias de marketing o creativas con las mayores garantías de éxito.
El briefing puede adoptar formas diferentes y puede ser obtenido por vías distintas, pero siempre ha de tener unos elementos comunes, que son los que lo convierten en lo que es: una herramienta poderosa para trabajar mejor.
Por ello, el briefing ideal debe incluir:
- Datos sobre la empresa: actividad, posicionamiento en el mercado, canales de distribución…
- Datos sobre el producto: marca, características, ventajas y desventajas con respecto a su competencia, nivel de precio…
- Información sobre el mercado: descripción, entorno, características…
- Competencia: panorama general, marcas, precio, posicionamiento, inversión en marketing…
- Target: edad, sexo, perfil, hábitat, estilos de vida, decisión de compra, evolución y tendencias, consumidores potenciales…
- Marketing y Comunicación: acciones anteriores y resultados, objetivos, argumentario, timming, ámbito, presupuesto…
Desde que entró en mi vida no he podido renunciar a él. Pero ayyyy… infeliz de mí. Como en la vida misma, nuestra relación se reveló plagada de trabas. Por culpa del hermetismo de unos, de la testarudez de otros y algunos problemas de tipo económico, organizativo, etc., el briefing y yo hemos pasado nuestros altibajos.
A pesar de tener claro mis sentimientos hacia él, en ocasiones he tenido que renunciar a su compañía. Pero hemos luchado contra viento y marea y después de tantos años puedo afirmar que somos uno sólo.
Ahora mismo, me siento incapaz de afrontar un nuevo proyecto sin apoyarme en él. Sin preguntarle todo lo que necesito saber de mi cliente para poder prepararle la mejor propuesta posible, la que consiga sus objetivos. Y estoy seguro que así seguirá siendo hasta el fin de mis días (profesionalmente hablando, claro).
Copy Wan Kenobi