“Mamá, mamá, vamos a H&M, venga… vamos…”. “No me lo puedo creer!!!!, eso que llevas en la mano es el último Iphone, ¿no?, pero si salió ayer a la venta…”. “Mira las Nike que me acabo de comprar… lo último para hacer running”…
¿Por qué nos gustan tanto las marcas?, ¿Por qué se han convertido en un factor de aceptación social?, ¿por qué unas sí y otras no?, ¿Por qué somos más o menos “cool” en función de las marcas que consumimos?, ¿Por qué hay gente dispuesta a pasar noches a la intemperie delante de una Apple Store?.
Las razones para comprender este fenómeno son demasiado complejas para poder explicarlas en este breve blog y por este humilde cronista, publicista de profesión, ya que este tema daría para un debate con sociólogos, psicólogos, economistas y otros muchos profesionales.
Lo que nadie pone hoy en duda es el valor de la marca, eso que se define como el valor añadido que ésta proporciona al producto tal y como lo percibe el consumidor. Desde la perspectiva del marketing, que es la que aquí nos ocupa, nuestra misión es y será trabajar para que las marcas de nuestros clientes alcancen ese irrenunciable objeto de deseo. Para ello debemos reflexionar sobre algunos conceptos clave (el recuerdo, el posicionamiento, la información transmitida y la claridad con que se recibe…) y sobre las estrategias más adecuadas para alcanzar los objetivos.
La evolución social y, como no, la tecnológica, han hecho que las marcas se adapten a los nuevos estilos de vida y a las nuevas formas de consumismo asociadas a ellos. Ya no vendemos sólo productos o servicios. Ahora, las marcas venden experiencias y sensaciones, por lo que los publicistas debemos conseguir que nuestro target atrape en nuestros mensajes y acciones, no sólo los atributos del producto, sino también, y en mayor medida, las emociones asociadas a la experiencia de ese producto.
Lo importante es cómo se percibe y se recuerda la marca, asociándola a los valores inherentes a ella, porque una marca sin valores es como La 2 sin Jordi Hurtado: impensable. Es por eso, que las marcas han hecho grandes esfuerzos para ser vistas, por sus diferentes públicos objetivos, como una proyección de valores que marcan su personalidad y configuran su esencia. Quien no asocia Coca-cola con la felicidad. O a Harley Davidson con la libertad…
Y ahí es donde han estado y siempre deberán estar los profesionales de la publicidad y el marketing, al pie del cañón, creando y desarrollando estrategias para construir marcas fuertes, poderosas, grandes. Marcas capaces de establecer una relación emocional duradera con los consumidores, en la que éstos le serán fiel, la amarán y respetarán durante el resto de sus vidas, porque si otras relaciones nos fallan, siempre nos quedará… la marca.
Copy Wan Kenobi